DIVAS EN COLOR SEPIA, MARLENE DIETRICH
Actriz y cantante alemana, considerada como uno de os mitos del Séptimo Arte y la novena mejor estrella de todos los tiempos.
Lo que más le gustaba a Marlene era hacer el amor con hombres y mujeres, cocinar para sus amantes y tocar la sierra musical. Aprendió a tocar el serrucho musical gracias a un músico bávaro que se empeñó en enseñarle a templar una larga tira de metal que se tocaba con un arco de cerdas engrasadas que emitía una música extraña y lastimera.
En los asuntos del amor se inició con su profesor de violín y con una periodista, que además le hablaba de Goethe y de Karl Marx.
A cocinar aprendió por su cuenta, lo hizo durante toda su vida como una verdadera ama de casa alemana.
A su madre le disgustó que abandonara su brillante futuro como violinista para matricularse en una escuela teatral. En Berlín de los años 20; famoso por la abundancia de cafés de artistas, de cabarets, por las fiestas salvajes y la prostitución callejera; fue testigo del nacimiento de Marlene como actriz teatral, con más obstinación que talento.
A los críticos de la época les llamó la atención la caída de los ojos y la lánguida indiferencia de la muchacha que aparecía siempre en papelitos de coqueta o de casquivana. Tampoco pasaba inadvertida en las noches berlinesas. En una foto de aquellos años locos, se la ve en un famoso club para mujeres luciendo un smoquin de caballero, y fue sonado el sensual tango que bailó con su compañera.
"En Berlín importa poco si se es hombre o mujer.Hacemos el amor con cualquiera que nos parezca atractivo". Su lista de amantes fue interminable: Gary Cooper, Maurice Chevalier, John Wayne y Edith Piaf son algunos de ellos. A Edith le obsequió un diamante de un cuarto kilo por una noche de amor apasionado.
Viajó a EEUU de la mano del productor cinematográfico Joseph von Stemberg, quien le cambió la fisonomía para que Marlene triunfara en Hollywood. Se tuvo que sacar las muelas de juicio, depilar las cejas al estilo de Greta Garbo y maquillarse para disminuir la anchura de la nariz y de su rostro eslavo.
Su erotismo y sensualidad impactó en la pantalla grande. Sus siete películas memorables: "El ángel azul", "Fatalidad", El expreso a Shangai", "La venus rubia", "Capricho imperial" y "El diablo es una mujer", en donde la abundancia de escenarios exóticos y el fetichismo, contribuyeron a fomentar la leyenda de la Dietrich, diva que no podía estar sin sus pieles, plumas, joyas y maquillajes sofisticados.
Declarada antinazi, opinó sobre Hitler: "Jamás podría volver a mi país mientras semejante hombre fanatice a las masas".
Declaraciones de Marlene:
"Las mujeres tienen una edad que necesitan ser bellas para ser amadas, y otra en la que necesitan ser amadas para ser bellas".
"A cualquier mujer le gustaría ser fiel. Lo difícil es hallar el hombre a quien serle fiel".
Cuando los espejos de su casa empezaron a reflejar su verdadera edad, bajó las persianas y nunca más volvió a salir.
"La muerte es algo que a ti no te concierne, Marlene, Tú eres inmortal". Ernest Hemingway
Lo que más le gustaba a Marlene era hacer el amor con hombres y mujeres, cocinar para sus amantes y tocar la sierra musical. Aprendió a tocar el serrucho musical gracias a un músico bávaro que se empeñó en enseñarle a templar una larga tira de metal que se tocaba con un arco de cerdas engrasadas que emitía una música extraña y lastimera.
En los asuntos del amor se inició con su profesor de violín y con una periodista, que además le hablaba de Goethe y de Karl Marx.
A cocinar aprendió por su cuenta, lo hizo durante toda su vida como una verdadera ama de casa alemana.
A su madre le disgustó que abandonara su brillante futuro como violinista para matricularse en una escuela teatral. En Berlín de los años 20; famoso por la abundancia de cafés de artistas, de cabarets, por las fiestas salvajes y la prostitución callejera; fue testigo del nacimiento de Marlene como actriz teatral, con más obstinación que talento.
A los críticos de la época les llamó la atención la caída de los ojos y la lánguida indiferencia de la muchacha que aparecía siempre en papelitos de coqueta o de casquivana. Tampoco pasaba inadvertida en las noches berlinesas. En una foto de aquellos años locos, se la ve en un famoso club para mujeres luciendo un smoquin de caballero, y fue sonado el sensual tango que bailó con su compañera.
"En Berlín importa poco si se es hombre o mujer.Hacemos el amor con cualquiera que nos parezca atractivo". Su lista de amantes fue interminable: Gary Cooper, Maurice Chevalier, John Wayne y Edith Piaf son algunos de ellos. A Edith le obsequió un diamante de un cuarto kilo por una noche de amor apasionado.
Viajó a EEUU de la mano del productor cinematográfico Joseph von Stemberg, quien le cambió la fisonomía para que Marlene triunfara en Hollywood. Se tuvo que sacar las muelas de juicio, depilar las cejas al estilo de Greta Garbo y maquillarse para disminuir la anchura de la nariz y de su rostro eslavo.
Declaraciones de Marlene:
"Las mujeres tienen una edad que necesitan ser bellas para ser amadas, y otra en la que necesitan ser amadas para ser bellas".
"A cualquier mujer le gustaría ser fiel. Lo difícil es hallar el hombre a quien serle fiel".
Cuando los espejos de su casa empezaron a reflejar su verdadera edad, bajó las persianas y nunca más volvió a salir.
"La muerte es algo que a ti no te concierne, Marlene, Tú eres inmortal". Ernest Hemingway
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