MATA HARI, SEDUCTORA Y MISTERIOSA

"En Madrid, jamás llegué a pisar la calle porque cada vez que aparecía en la puerta del Hotel Ritz, una legión de caballeros arrojaban sus capas al suelo para que caminara sobre ellas, poniendo ante mí una alfombra que nunca se acababa".
"Si alguien dice que me proporcionó información secreta, el delito lo cometió él, no yo".

Lo malo de esta mujer impostora, abominable bailarina y espía mediocre; fue que a causa de sus embrollos se vio condenada a morir a los 41 años ante un pelotón de fusilamiento.
Margaretha Zelle, ese era su verdadero nombre, fabuló un pasado en la India, en el seno de una familia de brahamanes. En realidad, fue la hija de un modesto sombrerero holandés con delirios de grandeza, que convencido de la belleza exótica de su hija, se propuso sacar provecho de ello.
La fama de seductora de Mata Hari, comenzó a los quince años en la escuela. El director de la institución llegó a arrastrarse a sus pies y a gimotear en público con tal de conseguir sus favores.
Para escapar del acoso de este hombre, huyó a La Haya. Allí, una mañana de 1895, leyó en el periódico un anuncio que cambió su vida: "Oficial destinado en las Indias Orientales Holandesas desearía encontrar señorita de buen carácter con fines matrimoniales".
La cita se cristalizó y el flechazo fue mutuo.
"Amo a los militares. Los he amado siempre. Prefiero ser la amante de un oficial pobre que de un rico banquero".
El encuentro concluyó en una pasión incendiaria que acabó en un embarazo y una boda precipitada.
Ya en la India, cautivada por las danzas nativas, comenzó a dedicarles largas horas provocando el espanto de su esposo. Se desató, entonces, un infierno conyugal. El la acusó de viciosa y disoluta ; ella, de violento y ebrio. Años, más tarde, Mata Hari declaraba que no mostraba sus pechos desnudos porque su marido en un ataque de furia, le había arrancado el pezón izquierdo de un mordisco.
Se separaron en 1912, los hijos quedaron con el padre y ella se esfumó sin dejar rastro hasta reaparecer en París convertida en bailarina hindú.
"Mi madre, gloriosa bayadera del templo de Kanda Swany, murió a los catorce años, el día que nací. Los sacerdotes me adoptaron y me llamaron Mata Hari, pupila de la aurora", contaba impávida.
Los parisinos quedaron fascinados con sus movimientos sensuales y su cuerpo desnudo. Tuvo protectores poderosos y contratos suculentos en las grandes capitales europeas.
Su mala estrella comenzó cuando estalló la Primera Guerra mundial. Por esa fecha, era la amante del jefe del espionaje alemán. Fue él quien pensó en Mata Hari para sonsacar información a los militares franceses a cambio de sumas considerables..
Pero la bailarina ambiciosa decidió jugar a dos puntas, convirtiéndose en doble espía
Una mujer que no puede pasar desapercibida y que además es propensa a acostarse con cualquier caballero apuesto que tenga un par de galones, resulta una pésima espía.
Sus intrincados romances aceleraron su detención.
"Amo a los militares de todos los países y sólo me acuesto con ellos por placer, no para sacarles información", se defendió.
El Tribunal Francés, sin pruebas concluyentes, la condenó a morir fusilada.
Sorprendió la serenidad con que enfrentó la muerte. Vestida y maquillada, no permitió que le vendaran los ojos. Miró sin rencor a los oficiales del pelotón de fusilamiento y les lanzó un beso. Nadie reclamó su cadáver.

"Si un hombre es mi amante, lo natural es que pague por los servicios prestados. ¿No cree usted?".

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