HARRIET TUBMAN, LUCHADORA EMPEDERNIDA
Una esclava del siglo XlX que logró huir y se movilizó para liberar a miles será la nueva cara del billete de 20 dólares en Estados Unidos.
Esta decisión convertirá a Harriet Tubman en la primera mujer en más de un siglo en aparecer en alguna moneda en curso en Estados Unidos.
Harriet nació en 1822 en una plantación de esclavos en Maryland. A los 27 años logró escapar a Pensilvania, uno de los estados libres al norte del país. Sin embargo, regresó en varias ocasiones con la intención de rescatar a sus familiares y a otros esclavos.
Así fue convirtiéndose en una líder abolicionista antes de la Guerra Civil que finalizó en 1865, terminando con la esclavitud en todo el territorio nacional.
"Vi mis manos para asegurarme que era la misma persona; ahora era libre. Todo era glorioso. Sentí que estaba en el cielo", es una de las frases por la que es recordada en la historia.
Durante la Guerra Civil ella sirvió en la Unión como espía, llevando a los hombres a través de Carolina del Sur. Fue la única mujer que participó en las batallas guiando a los hombres. Bajo el fuego del combate, el grupo de Tubman liberó a más de 700 esclavos de las plantaciones vecinas.
Harriet impulsó una red de rutas de escape clandestinas desde el sur a los "estados libres"del norte.
Antes y después de la Guerra Civil, Harriet trabajó en el ejército no sólo como espía, sino también como enfermera y cocinera. Nunca recibió un salario ni una pensión. Más tarde le fueron concedido los beneficios sociales, no por su desempeño sino por ser la esposa de un oficial veterano, su segundo esposo, Nelson Davis.
Como consecuencia de las golpizas brutales a las que fue sometida en su infancia, le practicaron una cirugía cerebral para aliviar los dolores de cabeza que experimentaba con regularidad.
Murió a los 91 años en Nueva York.
Luchó también por los derechos de la mujer y el sufragio universal. Cuando una amiga le preguntó si creía que las mujeres alguna vez podrían votar, ella respondió: "Tendré que sufrir bastante antes de creerlo".
El abolicionista Thomas Garret dijo de ella:
"Nunca conocí una persona que tuviese más confianza en la voz de Dios que ella. Ella decía que le hablaba directamente al alma, conversaba con El todos los días de su vida...ella decía que nunca se aventuraba, sólo cuando Dios la enviaba. Su fe en el Poder Suprema era verdaderamente grande".
Esta decisión convertirá a Harriet Tubman en la primera mujer en más de un siglo en aparecer en alguna moneda en curso en Estados Unidos.
Harriet nació en 1822 en una plantación de esclavos en Maryland. A los 27 años logró escapar a Pensilvania, uno de los estados libres al norte del país. Sin embargo, regresó en varias ocasiones con la intención de rescatar a sus familiares y a otros esclavos.
Así fue convirtiéndose en una líder abolicionista antes de la Guerra Civil que finalizó en 1865, terminando con la esclavitud en todo el territorio nacional.
"Vi mis manos para asegurarme que era la misma persona; ahora era libre. Todo era glorioso. Sentí que estaba en el cielo", es una de las frases por la que es recordada en la historia.
Durante la Guerra Civil ella sirvió en la Unión como espía, llevando a los hombres a través de Carolina del Sur. Fue la única mujer que participó en las batallas guiando a los hombres. Bajo el fuego del combate, el grupo de Tubman liberó a más de 700 esclavos de las plantaciones vecinas.
Harriet impulsó una red de rutas de escape clandestinas desde el sur a los "estados libres"del norte.
Antes y después de la Guerra Civil, Harriet trabajó en el ejército no sólo como espía, sino también como enfermera y cocinera. Nunca recibió un salario ni una pensión. Más tarde le fueron concedido los beneficios sociales, no por su desempeño sino por ser la esposa de un oficial veterano, su segundo esposo, Nelson Davis.
Como consecuencia de las golpizas brutales a las que fue sometida en su infancia, le practicaron una cirugía cerebral para aliviar los dolores de cabeza que experimentaba con regularidad.
Murió a los 91 años en Nueva York.
Luchó también por los derechos de la mujer y el sufragio universal. Cuando una amiga le preguntó si creía que las mujeres alguna vez podrían votar, ella respondió: "Tendré que sufrir bastante antes de creerlo".
El abolicionista Thomas Garret dijo de ella:
"Nunca conocí una persona que tuviese más confianza en la voz de Dios que ella. Ella decía que le hablaba directamente al alma, conversaba con El todos los días de su vida...ella decía que nunca se aventuraba, sólo cuando Dios la enviaba. Su fe en el Poder Suprema era verdaderamente grande".
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