LOUISE MAY ALCOTT, FEMINISTA Y REBELDE
Nacida en Boston en 1832, nunca fue a la escuela, llevando una vida nómade y excéntrica. En su novela "A long fatal Love", su heroína proclama:"Ofrezco mi alma a Satán por un año de libertad".
Con respecto a su obra "Mujercitas, seis capítulos completamente nuevos, censurados en sus ediciones anteriores, salen a la luz.
Hace sólo dos décadas empezó a circular en inglés el original escrito por Louise May Alcott en 1868 que contiene alegatos feministas, diarios íntimos y el periódico del Club Pickwick, una sociedad secreta donde las chicas March se vestían de varones y hacían obras de teatro clandestinas para sus padres.
Uno de los párrafos mutilados que más contradice al género de "literatura para chicas" comienza como una novela de Jane Austen: "Como todo el mundo sabe, en Norteamérica las muchachas firman primero su declaración de independencia y disfrutan de la libertad con republicano entusiasmo, pero cuando se casan, abdican a favor de su primer vástago y viven más encerradas que una monja de clausura francesa".
La edición edulcorada por los editores de 1880, antes de la muerte de la autora, fue la que se tradujo a todo el mundo y marcó a varias generaciones de mujeres durante más de un siglo.
Los pasajes omitidos incluían, entre otras cosas, el diario de Jo cuando estaba en Nueva York, y algunos detalles picantes.
El diario íntimo de Jo, una muchacha de quince años, rebelde, independiente y resuelta, relata con mordacidad sus entrevistas con los editores de Nueva York; trata a las jovencitas de clase alta de "estúpidas" y narra su experiencia en un baile de disfraces al que asiste vestida con encajes, plunas y una máscara. Baila y se comporta "alocadamente".
Otras páginas omitidas describen los problemas de Meg cuando su esposo, el inmaculado John Brook de la edición mutilada, se siente atraído por una vecina, la "joven alegre y bonita" señora Scott.
Cuando la editorial de Boston Roberts Brothers pidió a Louise que escribiera un "libro de chicas" ella respondió que no podría hacerlo, aduciendo que nunca le habían gustado las chicas y que sólo estaba cómoda en el mundo de juegos y diversiones de los varones.
Sin embargo, en diez semanas escribió un libro autobiográfico que relata la vida de Jo, la protagonista con apodo varonil, y sus tres hermanas,: Meg, Beth y Amy.
Como la novela fue un éxito, la editorial le encargó una segunda parte.
"No me gustan las secuelas y no creo que tenga tanto éxito como la primera. Pero los editores son perversos y no dejan que los autores se salgan con la suya. Así que mis Mujercitas deben crecer y casarse con un estilo muy estúpido".
Se resistió a casar a Jo (las lectoras le escribían rogándole que Jo se casra con su amigo Laurie). En la versión original ella le había adjudicado rasgos femeninos a Laurie, tenía la misma altura que Jo y un estilo tan "afrancesado" que en el colegio le decían Dora.
Louise quería que Jo permaneciera soltera, pero la presión editorial y la de sus lectoras la hizo sacar de la manga al profesor Baher, muy poco creíble como héroe romántico.
Gracias al éxito de sus libros, la muchacha que había confesado en sus diarios llevar "un espíritu de muchacho bajo mi delantal de costura", pudo cumplir con sus propósitos de nunca casarse, sostener económicamente a toda la familia y escribir artículos sobre la dicha y la alegría de la vida de soltera:
"La libertad es el mejor marido".
Con respecto a su obra "Mujercitas, seis capítulos completamente nuevos, censurados en sus ediciones anteriores, salen a la luz.
Hace sólo dos décadas empezó a circular en inglés el original escrito por Louise May Alcott en 1868 que contiene alegatos feministas, diarios íntimos y el periódico del Club Pickwick, una sociedad secreta donde las chicas March se vestían de varones y hacían obras de teatro clandestinas para sus padres.
Uno de los párrafos mutilados que más contradice al género de "literatura para chicas" comienza como una novela de Jane Austen: "Como todo el mundo sabe, en Norteamérica las muchachas firman primero su declaración de independencia y disfrutan de la libertad con republicano entusiasmo, pero cuando se casan, abdican a favor de su primer vástago y viven más encerradas que una monja de clausura francesa".
La edición edulcorada por los editores de 1880, antes de la muerte de la autora, fue la que se tradujo a todo el mundo y marcó a varias generaciones de mujeres durante más de un siglo.
Los pasajes omitidos incluían, entre otras cosas, el diario de Jo cuando estaba en Nueva York, y algunos detalles picantes.
El diario íntimo de Jo, una muchacha de quince años, rebelde, independiente y resuelta, relata con mordacidad sus entrevistas con los editores de Nueva York; trata a las jovencitas de clase alta de "estúpidas" y narra su experiencia en un baile de disfraces al que asiste vestida con encajes, plunas y una máscara. Baila y se comporta "alocadamente".
Otras páginas omitidas describen los problemas de Meg cuando su esposo, el inmaculado John Brook de la edición mutilada, se siente atraído por una vecina, la "joven alegre y bonita" señora Scott.
Cuando la editorial de Boston Roberts Brothers pidió a Louise que escribiera un "libro de chicas" ella respondió que no podría hacerlo, aduciendo que nunca le habían gustado las chicas y que sólo estaba cómoda en el mundo de juegos y diversiones de los varones.
Sin embargo, en diez semanas escribió un libro autobiográfico que relata la vida de Jo, la protagonista con apodo varonil, y sus tres hermanas,: Meg, Beth y Amy.
Como la novela fue un éxito, la editorial le encargó una segunda parte.
"No me gustan las secuelas y no creo que tenga tanto éxito como la primera. Pero los editores son perversos y no dejan que los autores se salgan con la suya. Así que mis Mujercitas deben crecer y casarse con un estilo muy estúpido".
Se resistió a casar a Jo (las lectoras le escribían rogándole que Jo se casra con su amigo Laurie). En la versión original ella le había adjudicado rasgos femeninos a Laurie, tenía la misma altura que Jo y un estilo tan "afrancesado" que en el colegio le decían Dora.
Louise quería que Jo permaneciera soltera, pero la presión editorial y la de sus lectoras la hizo sacar de la manga al profesor Baher, muy poco creíble como héroe romántico.
Gracias al éxito de sus libros, la muchacha que había confesado en sus diarios llevar "un espíritu de muchacho bajo mi delantal de costura", pudo cumplir con sus propósitos de nunca casarse, sostener económicamente a toda la familia y escribir artículos sobre la dicha y la alegría de la vida de soltera:
"La libertad es el mejor marido".
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