BENITO MUSSOLINI Y MARGHERITA SARFATTI
Margherita y Mussolini se conocieron en la juventud cuando él editaba en Milán el periódico socialista "Avanti!".
Ella era una belleza pelirroja, miembro de una aristocrática familia judía radicada en Venecia. Mussolini quedó atrapado por esta mujer refinada, culta y apasionada.
Lo siguió en su rápido ascenso al poder, hasta convertirse en una de las propagandistas más convincentes del fascismo, dentro y fuera de Italia.
Mussolini tuvo decenas de amantes, pero Margherita no fue una más del harén : su relación duró décadas y estuvo mechada de duras polémicas. Aunque el Duce solía decir "los judíos son mis peores enemigos", nunca los persiguió.
Su prolongado romance fue roto cuando Mussolini aceptó someterse a las leyes raciales que exigía Hitler con férrea obsesión. Ella fue autorizada, entonces, para partir al exilio; brutal ironía para quién había sido resonante difusora de las ideas cautivantes del fascismo y ahora se convertía en su víctima.
Margherita asumió con dolor el cínico oportunismo del hombre que amaba.
Alma Mahler, una amiga de Margherita que la encontró en el penoso ostracismo, dijo de ella : "Cuando la vi por primera vez, era la reina sin corona de Italia; ahora es una mendiga real en el exilio".
Ella era una belleza pelirroja, miembro de una aristocrática familia judía radicada en Venecia. Mussolini quedó atrapado por esta mujer refinada, culta y apasionada.
Lo siguió en su rápido ascenso al poder, hasta convertirse en una de las propagandistas más convincentes del fascismo, dentro y fuera de Italia.
Mussolini tuvo decenas de amantes, pero Margherita no fue una más del harén : su relación duró décadas y estuvo mechada de duras polémicas. Aunque el Duce solía decir "los judíos son mis peores enemigos", nunca los persiguió.
Su prolongado romance fue roto cuando Mussolini aceptó someterse a las leyes raciales que exigía Hitler con férrea obsesión. Ella fue autorizada, entonces, para partir al exilio; brutal ironía para quién había sido resonante difusora de las ideas cautivantes del fascismo y ahora se convertía en su víctima.
Margherita asumió con dolor el cínico oportunismo del hombre que amaba.
Alma Mahler, una amiga de Margherita que la encontró en el penoso ostracismo, dijo de ella : "Cuando la vi por primera vez, era la reina sin corona de Italia; ahora es una mendiga real en el exilio".
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