COCO CHANEL, SUBVERSIVA DE LA MODA

Esta modista francesa que revolucionó la moda y el mundo de la alta costura de los años de entreguerra, nació en el seno de una familia humilde. A los doce años perdió a su madre, víctima de los embarazos y la miseria. Su padre la entregó, entonces, a un hospicio de monjas haciéndole un inmenso favor; allí aprendió a coser.
Se convirtió en una adolescente fantasiosa que renegando de su cruel pasado, inventó una vida de novela.
En 1914, con la ayuda de uno de sus tantos amantes, compró unas cuantas docenas de sombreros que ella misma reformó y sacó a la venta. Ante el inesperado éxito, sin dudarlo, lanzó su propia línea de moda. Con los beneficios abrió tres tiendas, imponiendo su estilo entre la gente "chic" de la época.
En 1923 nació el vástag más famoso de la Maison Chanel, el perfume número 5, destinado a terminar con los polvos perfumados de violeta. Cocó expresó al probarlo : "Sí, es lo que esperaba, un perfume como ningún otro, el perfume de una mujer, con el aroma de una mujer".
Marilyn Monroe convirtió esa fragancia en un símbolo cuando aseguró en un reportaje que unas gotas del número 5 era lo único que llevaba al dormir.
Durante la Segunda Guerra Mundial fue detenida, acusada de colaboracionismo. Era sospechosa por ser la amante de un oficial alemán. Trás ese episodio se exilió en Suiza y recién en 1954, a los 71 años, reabrió su casa de moda en París.
Consumida por el reumatismo y la artritis, pero sin dejar ni un momento de poner alfileres ( Cocó no sabía dibujar bocetos, creaba sus diseños sobre las propias modelos ), murió en 1971 esta mujer revolucionaria, indómita y de proverbial mal carácter, pero dueña de un aura magistral.
El día de su muerte, salió a pasear con una amiga, al regresar, se tendió fatigada sobre su cama del Hotel Ritz, donde vivió sus últimos años, y le dijo : "Mira, así se muere".


UNA ANÉCDOTA
Una mujer famosa llegó a la Maison de Cocó y le dijo apurada: "Cocó,¿qué hago?, tengo un compromiso y no sé que hacerme en el cabello". Cocó buscó y tomando un género que contrastaba con el vestido, se lo acomodó en la cabeza, lo sujetó con un pin y ¡listo!. La mujer maravillada le preguntó el costo. Cocó le respondió: "250 dólares". La cliente, sorprendida, exclamó: " ¡Pero, cómo! Yo no pago esa cantidad por un trozo de tela". Cocó, tranquilamente, le respondió: "La tela se la regalo. Es mi creatividad lo que le estoy vendiendo".

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